
Salud mental en entornos laborales exigentes es un tema urgente que muchas empresas evitan, disfrazando la sobreexigencia de profesionalismo. Cuando alguien se atreve a decir “necesito un ritmo sostenible”, no está mostrando debilidad, está demostrando responsabilidad y autocuidado. Sin embargo, en muchas organizaciones, ese gesto de valentía se transforma en una sentencia: “no tienes el perfil”.
En estos espacios, la salud mental en entornos laborales exigentes no solo es ignorada, sino castigada. Decir “no puedo más” se considera una falla de carácter en lugar de una señal de alerta. La historia se repite: proyectos interminables, fines de semana sin descanso, y cuando alguien pone un límite, se le acusa de no tener lo que hace falta. 🚨
La cultura del desgaste
Detrás del discurso de “alta exigencia” se esconde una realidad mucho más cruda: entornos laborales que premian la disponibilidad absoluta y castigan cualquier intento de autocuidado. No se trata de falta de compromiso, sino de una visión distorsionada del éxito.
Aceptar esta cultura sin cuestionarla alimenta un sistema que valora más la entrega que la humanidad. El talento no desaparece por poner límites; lo que desaparece es la salud, la motivación y el sentido de pertenencia.
Decir “no” también es profesionalismo. Poner límites también es madurez. La salud mental en entornos laborales exigentes solo puede sostenerse si dejamos de penalizar la dignidad. 💖
Desde Centro Hope College, te invitamos a reescribir la forma en que entendemos el compromiso laboral. Que cuidar tu salud no sea motivo de despido, sino de reconocimiento.
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